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Cementerio San geronimo, Ilo - Perú 

De Regreso al Hogar

Publicado: 2016-07-27


Debo confesar hoy que no quería hacer este viaje. De un tiempo a la fecha he optado por un retiro voluntario de reinvención espiritual. Así que decidí alejarme de todo y de todos y cambiar el ritmo de mis días, para orientarlo… digamos… hacia algo más personal; para llevar a cabo algunos proyectos fotográficos, para tratar de resolver asuntos relacionados a mi divorcio (el cual tiene pa rato y no tiene cuando acabar), para empezar por fin a cumplir uno de mis sueños más caros, y para cumplir con el proyecto más importante de mi vida que resulta ser, ayudar a formarse y ver crecer a mi hija Mar.

Bueno este viaje salió de repente porque inicialmente pensé ir a Huaraz; pero vamos, la tierra siempre llama y reclama y decidí tomar la carretera. Y aquí estoy, de vuelta en mi hogar.

Antes de ayer una de mis mejores amigas me recordó lo que yo solía escribir en mi muro de Facebook cada vez que estaba a punto de venir a Ilo. Me recordó que siempre escribía sobre la emoción que me invadía de solo imaginar la entrada a mi hermoso y tranquilo pueblo natal. Porque para mí volver aquí siempre fue más que especial. Volver era retornar a mis raíces más profundas. Y sigue siendo así. Pero justo ahora, en este preciso momento, es que me asalta la idea de que el tiempo pasa e inevitablemente lo cambia todo.

Esta es la segunda vez que llego a Ilo utilizando la ruta de Norte a Sur. La primera vez llegué de noche luego de un largo recorrido por tierra desde Lima la ciudad más gris. Esa vez, el camino era nuevo para nosotros, pues la carretera había sido recientemente asfaltada. Nunca imaginé que algún día dejaríamos de usar la carretera Panamericana para poder llegar hasta aquí. Ahora, luego de pasar el balneario de Camaná, se toma una carretera impresionante, por completo señalizada pero a la vez sinuosa como casi toda la Panamericana Sur, pero que es la esperada Costanera que une Tacna, Ilo y Camaná, pasando por la Punta de Bombón. Es realmente espectacular llegar a Ilo de día y poder hacer el trayecto de Norte a Sur viendo esas playas hermosas y casi escondidas que antes estaban ocultas para el visitante de verano común. Para llegar a esas playas había que ser un ileño aventurero de verdad. Y bueno, este fue uno de los cambios más importantes que he podido ver, junto con otros tantos que realmente me han llegado a sorprender hasta dejarme en shock.

No solo es increíble usar esa ruta para llegar y experimentar la sensación increíble que vivimos todos aquellos que soñamos con regresar. La sola idea de sentir la brisa del mar, de ver las playas durante del trayecto del aeropuerto de Tacna hasta acá. O el hecho de pasar el peaje cuando uno viene por la Panamericana y uno va bajando por las lomas y de pronto ve el mar y a lo lejos Punta de Coles. Todos pero absolutamente todos dirán para si mismos: Sí Elva, tienes toda la razón.

Entonces, llegué. Ilo me recibió con un cielo soleado en pleno invierno. Siempre diré que creo firmemente que todo cambió con el terremoto del 2001 y que remeció no solo este hermoso lugar desde sus cimientos construidos sobre rocas, si no también que justamente por eso no lo destruyó . Desde ese preciso momento, junto con la desaparición de la emisión de los humos de la fundición, el clima en Ilo cambió de forma radical. Y gracias a eso, es que las mañanas y tardes de invierno son ahora placenteras, cálidas y en extremo agradables. Las noches son más frías, pero bueno, está la brisa del mar. Un privilegio que solo pueden disfrutar aquellos que viven en este lugar.

En este preciso instante estoy sentada en la sala de lo que solía ser la casa familiar de mis abuelos maternos. Una enorme esquina ubicada en las emblemáticas esquinas de los jirones Abtao y Grau. La ventana está abierta y se siente la brisa fresca y salada. Y como el tiempo pasa sin perdonar nada, tengo sentado a mi derecha con la laptop repleta de música electrónica a mi sobrino Mauricio, quien ha puesto un audífono en mi oído derecho con el que me hace escuchar una muy buena selección de lo que hoy en día está de moda y que se escucha en alguna discoteca para chibolos, y yo pienso con nostalgia: Atrás quedaron esas largas noches de verano e invierno en el West Point o en Las Rocas o en el Stradivarius cuando nos vacilábamos hasta el amanecer, y pienso nuevamente: Ay diosito todo tiempo pasado fue mejor, pero luego miro a mi izquierda y encuentro sentada a mi lado a mi hija Mar, a quien le siguen en la compañía nocturna mis otros sobrinos menores, pero empezando por la presencia de mi hija, esta es una escena que jamás podría haber llegado a imaginar. Yo con una hija tan alta como yo y con casi 12 años aquí!!! Esto sí que es algo memorable para contar!!!

Y hablamos de todo. De lo que hay para hacer, de los cambios que ha habido en la ciudad. Para muestra un botón. Esto es algo que me produjo un shock inexplicable. Llegar a la puerta de la vieja casa de quincha adobe propiedad de mi familia paterna y darme cuenta que todo el panorama de la cuadra 6 de la calle Abtao había cambiado de forma absoluta y total fue devastador. En eso giré mi cabeza y lo que pude ver fue un letrero que decía: CUIDADO!! PELIGRO DEMOLICION! Casi me caigo sobre mis huesudas y flacas cuatro letras al ver lo que vi. Ya no estaba el cine Grau!!! Casi muero de un infarto a mis escasos y regios 42!! Aquel escenario de mi infancia no estaba más!! Que había pasado por Dios? Alguien había tenido el atrevimiento de llevarse, en pro de la modernidad comercial, un lugar en el que no solo había visto las primeras películas que vi en mi vida. Se habían tirado abajo aquel lugar en el que había jugado, vagado, patinado y disfrutado con mi mancha en esas épocas de mi chiquititud cuando yo era una pata de perro, cuando era esa chica que parecía chico y paraba con diez chicos más. Se llevaron con esa demolición años y años de mi historia y de la historia de muchos más de mi barrio. Pero eso no era todo, pues al querer cruzar la esquina donde antes siempre había uno que otro choque vehicular, de pronto me di cuenta de que había un semáforo inteligente. Pegué un grito con un signo gigantesco de exclamación. Por fin a algún brillante de la municipalidad provincial se le ocurrió poner un semáforo ahí y pensé: Ya era hora, porque años atrás o todos los años en la madrugada de año nuevo, no faltaba un tarado que se las daba de meteoro y venía cueteado subiendo por la Casa de la Cultura y terminaba estrellado contra el poste de la esquina en cuestión.

Este es mi primer día en Ilo, vuelvo aquí luego de 7 largos meses que parece fueron una eternidad, pero fue esta una maravillosa llegada el día 26 de Julio de 2016 viendo la luz de la mañana caer perfectamente sobre el mar. Para mí la mejor hora para hacer fotografías, pero esta vez solo quería ver la vida pasar, aunque hoy tomé algunas fotos con mi teléfono y las colgué en mi cuenta de Instagram. Pero yo solo quería llegar a casa, bajar las maletas y salir a caminar. No faltó uno que otro sapo curioso que me vio en la puerta de la casa porque nadie sabía que llegaría a Ilo hoy. Es una bendición no estar en Facebook y llegar de forma sorpresiva y anónima cuando no hay expectación, pues si hubiera seguido en Facebook era un hecho que lo iba a publicar, pero de pronto me di con la sorpresa de que es un problema ser demasiado popular. Esta vez pude llegar a casa, sin decir nada, sin que nadie me espere, sin la expectativa de las llegadas de siempre. Claro, esto no me impedirá salir a disfrutar y a juerguear durante estos deliciosos días de invierno en los que puedo estar aquí, viendo a los amigos de siempre, a los que nunca se van, abrazando a mi familia, yendo a ver a mis muertos a ese cementerio plagado de tumbas con cruces antiguas de madera y de metal. Regalándole a mis ojos esa vista preciosa que se ve desde mi ventana y que es el mar. Pero lo más satisfactorio, maravilloso y gratificante de todo, es volver al barrio, entrar a casa y experimentar esa sensación de infinita paz y seguridad que se siente al volver al hogar. He vuelto a casa y ya no me importa absolutamente nada más… tanto que hasta mi divorcio puede esperar… ;-)


Escrito por

Elva Tocunaga

Fotógrafa desconocida, madre, hija, hermana, amiga. Amo leer. No le tengo miedo a las palabras bien dichas y siempre digo lo que pienso.


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