Y así llegué, un buen día de invierno, temerosa pero con el corazón palpitando de curiosidad a ese lugar llamado el Barrio de La Balanza, en Comas.

En el trayecto que me llevaba desde mi casa hasta el otro lado de la ciudad, había escuchado tantas historias sobre delincuencia, sobre el peligro que domina sus calles, de cómo nadie se atrevía, ni se atrevería a transitar por esas calles cuando cae la noche, pero nada de eso me importo, yo sólo quería llegar.

Lo que se suponía sería una visita de sólo un día, se convirtió en un amor inesperado. El barrio me conquisto y me obligó a volver una y otra vez durante muchos meses y así conocí un aspecto de La Balanza que tal vez pocos conocen.

Hace alrededor de 50 años el distrito de Comas se originó en ese lugar al que llaman el Barrio de La Balanza, primero como una invasión en las faldas de un cerro inmenso rodeado a su vez por cerros más altos que cualquier edificio que se pueda ver hoy en la zonas más desarrolladas, favorecidas y ricas de Lima.

La Balanza empieza en la intersección de la Av. Tupa Amaru y el Jirón Puno y lo conforman varios asentamientos humanos, entre los que destacan el AA.HH. San Francisco, AA.HH. Miguel Saldaña, AA.HH La Juventud y el AA.HH. Los Ángeles. Estos son los más representativos de la zona y se ubican en las laderas de los cerros aledaños.

Cada asentamiento humano tiene diferentes características. La mayoría fueron formados por pobladores que llegaron a Lima desde provincias ubicadas en el interior del Perú, gracias al fenómeno de la migración, que tuvo lugar en las últimas cinco décadas y que fue producto de los conflictos, cambios y procesos por los que atravesó el país.

El Barrio de la Balanza está en constante crecimiento, pues sus asentamientos humanos están conformados por muchas familias emprendedoras y trabajadoras, en algunos casos estas familias son de recursos económicos muy limitados.

La pobreza castiga los ojos de quien camina por esos cerros, pero las ganas de salir adelante y dejar atrás la miseria, se ven en las paredes pintadas de colores vivos que parecen querer emular algún paisaje andino.

Elva Tocunaga

Diciembre de 2010